la sala de hogwarts!

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2221. hermione_granger,

bueno, yo no creo que el mapa tenga dueño legítimo o así, el mapa lo escribieron los merodiadores, remus, james, sirius, y hasta el idiota de Peter, y no fue solo james, y además al parecer aunque a caído en manos equivocadas, es como un objeto como para los mas alborotadores, y se supone que los 4 lo icieron como esperando que ellos, las nuevas generaciones pudieran aaprobechar al máximo como lo icieron ellos tal vez: el mapa podría tanbien ser de ted, si ese fuera el caso, que manía de concederle todo a sam potter, d

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2222. el-dios-cinderace ,

yo si creo ke si tendría un dueño ese es harri ted también pero harri va por doble de sirius y de su padre

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2223. Teddy-Lupin ,

yo creo que el mapa es de losijo de los creadores ,lastima que solo ai 1 ya que son 3,sirius,rremus,y james ,aunque 1 de estos noaiga tenido hijos igual ,nononbro al idiota de pe-ter ,porque nadie loquere jaja

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2224. el-dios-cinderace ,

yo también creo eso entonces el dueño lejítimo tomando esa condición es harri con mas razón

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2225. Teddy-Lupin ,

no no loes Harry solo ,es Harry y teddy porque sirius no tubo hijos asique ellos son los herederos al mapa

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2226. rexxar,

no, los dueños legítimos serian albus severus poter, lili no meacuerdo su apellido poter, y james sirius poter

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2227. Teddy-Lupin ,

sigo sin entender porque solo dicen que los hijos de Harry son los herederos al mapa cuando teddy el hijo de rremus igual loes
porque queyosepa ,james potter padre de Harry noiso solo el-mapa

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2228. rexxar,

a, claro tb seme olvidó, pero recuerda que james era el jefe delos merodeadores literal mente
y quien dice que no hay objetos aparte de el mapa igual si tiene objetos, porque dudo mucho que solo ahyan echo un mapa y no hayan apuntado todas sus bromas en un diario

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2229. Teddy-Lupin ,

pero asta el momento solo se sabe del mapa de nada-mas porque la ,capa esa si es única de Harry

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2230. rexxar,

no, no, no, la cápa es de la familia poter no de Harry, es de james hijo y de sus hermanos y toda la familia poter es una reliquia o relicia no se como se dice y escribe xd

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2231. Yostein-san,

Segun he leido el mapa fue robado por Jame Sirius, del cajón que Harry lo guardo junto con la vieja snitch dorada que le heredo del director Dumbledore. Tambien uno de los hijos de Harry y Ginny tuvo algo que ver con el tomar sin permiso la capa de invisibilidad, pero todo eso fue sin fuente, lo lei en algun lugar pero no me acuerdo.
Teddy puede que ya supiera del mapa pero no dio tanto uso como la de su hermano James. Digo Hermano porque Teddy tambien es parte de la familia Potter.

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2232. goten,

lo del mapa que james le robó a harry si es canon

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2233. el-dios-cinderace ,

comfirmo es canon,hasta en los fic de james y la nueva generación lo toman como tal

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2234. Sam-Weasley ,

No sé pero necesito una capa de invisibilidad.

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2235. Ren_Yamamoto,

hola, contestaré a la pregunta echa páginas atrás. creo que a Harry no lo joden con la majia axidental porque... bueno, no sabía de majia y o estava en ninguna escuela por tanto en ese momento aunque el ministerio conosía al famoso niño que vivió Harry en ese momento solo era un muggle mas. a parte, ni a tom riddle lo joden cuando hace majia axidental de niño, supongo que antes de los 11 años al no tener ninguna educación de majia avanzada como la que da Hogwarts no haría nada biolando las normas, no?

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2236. Ronald-Weasley,

Seguimos con la actualización del fic, James Potter, un hermoso bastardo. Capítulo nueve para ustedes, aquí lo tienen.
Capítulo 9:
Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
Musicalización de Capítulo: Aretha Franklin - Respect (1967)
Tenía el pergamino desplegado entre las manos. No encontraba ningún vestigio de tinta. Era mucho más grande que aquél otro que Marlene le había confiscado a Bertha Jorkins. Podía imaginar por el apego que sus dueños mostraban a este papel, que cuales sean sus secretos, debían ser demasiado reveladores. Quizá esta vez no se limitaban a solo dedicar a cada chica una oración, si no tal vez una detallada descripción.
—Mary Mcdonald—Hablé frente a él, con la esperanza de que, como el anterior, revelara cualquier escrito oculto en él.
Una mancha de tinta se manifestó a mitad del pergamino. Surcó la superficie del papel, como si una mano invisible escribiera en ella, y aparecieron unas letras: "El señor Cornamenta le repite por quinta ocasión a la señorita Mcdonald, que su nombre no servirá para revelar los secretos de este pergamino".
—Ya te digo,—habló Marlene a mi lado—, esta vez tuvieron la precaución de encantarlo para que sólo una palabra clave pueda abrirlo.
—No debe de ser tan complicado, —opinó Lily—, si Bertha Jorkins pudo abrir el anterior.
—El otro pergamino no tenía ninguna contraseña, —recordó Marlene—. Ni siquiera dirigía mensajes, como lo hace éste.
—Cornamenta, —le llamé al pergamino—, ¿existe alguna contraseña o una palabra clave?
"El señor Cornamenta le responde a la señorita Mcdonald que no es necesaria una contraseña, sino un juramento"
Suspiré frustrada.
Nos encontrábamos en pleno descanso de medio día, en el patio trasero de los invernaderos (para ser más precisa). Lily Evans aprovechaba el tiempo para recoger la variedad de hongos que se esparcían por la hierba, sospecho que buscaba ingredientes que fueran empleados en alguna de sus pociones experimentales del club de calderos. Marlene empleaba ese reconfortante momento en el que se asomaba el sol de los grisáceos cielos para leer historia de la magia. Yo, cuyo único pasatiempo, el Quidditch, me lo habían arrebatado trágicamente, me tenía que aferrar a la tarea de descubrir lo que escondía el pergamino, tenía que matar el tiempo de alguna manera, ¿no?
—Señor Cornamenta, si le consigo una cita con Lily Evans me revelaría el juramento? —Me arriesgué a preguntar.
—¡Mary! —Exclamó ofendida Lily.
—Hay que intentarlo, —argüí.
"El señor Cornamenta estaría encantado de tener una cita con la señorita Evans, pero no es suficiente para mostrar el conjuro que abre este pergamino"
"El señor Canuto opina que ni cien citas con Evans equivalen a los secretos que guarda este mapa"
—Señoritas, acabo de encontrar algo, —les dije como si hubiese hallado una huella en la escena de un crimen-. El tal "Canuto" se refirió a esto como un mapa.
—¿Un mapa? —Espetó Lily. Sus ojos brillaron.
Lily, ahora con un renovado interés en el pergamino, abandonó los hongos sobre la hierba y se acercó al papel.
—Señor Canuto, —habló la pelirroja—, ¿a dónde me llevaría este mapa?
"El señor Canuto le responde a la señorita Evans que, a todas partes, siempre y cuando sus intenciones no sean buenas"
—¡Sabía que esos chicos se traían algo entre manos! —Exclamó Marlene con triunfo, cómo si hubiese pillado a un par de alumnos a mitad de una comprometedora travesura.
—Creo que estoy algo confundida, —confesó Lily—. ¿Quién de los cuatro es Canuto?
Recordaba cómo James solía referirse a sus amigos como "Canuto, Lunático y Colagusano", y por la forma en que el mapa había dicho que deseaba salir con Evans, el misterio de "Cornamenta" no era difícil de resolver.
—Señor Canuto, —volví a llamar al pergamino—, ¿usted opina que mi boggart haría estruendo en la biblioteca?
"El señor Canuto desconoce su boggart señorita Mcdonald, pero con gusto le ayudaría a armar estruendo en la biblioteca"
Levanté un pómulo y alcé ambas cejas.
—Bueno, Puedo asegurar que Canuto no es Remus, —afirmé.
—Señor Canuto, —ahora tomó la palabra Marlene—, ¿le gustaría una asesoría en herbología?
"El señor Canuto nunca aceptaría ayuda en herbología"
—Pues seguro Peter no es, —concluyó Marlene.
—Así que Canuto es Sirius, —Sospechó Lily acariciándose el mentón—. ¿Quién sería Colagusano y quién Lunático?
De pronto tuve una idea.
—Señor Colagusano, ¿estaría dispuesto a salir con Marlene McKinnon?
Marlene me dio un empujón.
—¿Cómo preguntas algo como eso? —Me reprendió. Su rostro se había teñido de un rojo absoluto.
"Al señor Colagusano le agradaría tener una cita con la señorita McKinnon"
Ante el efecto que causó aquella respuesta en el rostro de Marlene, Lily y yo nos echamos a reír.
—Sabía que algo había entre "Pit" y tu, —hablé entre carcajadas propinándole un codazo.
—Señores Canuto, Cornamenta, Lunático y Colagusano, —Marlene se aclaró la garganta y retomó su voz de prefecta—. Mis intenciones no son buenas, ¿Podrían revelarme sus secretos?
"El señor Lunático opina que la señorita McKinnon no está siendo sincera"
"El señor Colagusano no creé que la señorita McKinnon pueda ser capaz de tener malas intenciones"
"El señor Canuto considera que la señorita McKinnon es demasiado aburrida como para entender la genialidad de este Mapa"
"El señor Cornamenta quiere dejarle claro a la señorita McKinnon que el mapa solo es para alumnos audaces que no teman romper las reglas"
—¿Aburrida? —Marlene enarcó una ceja..
—Con ese tono de sargento nunca convencerías a nadie de que estás por tramar algo. —Le aseguré a mi amiga.
La rubia se encogió de hombros y volvió a retomar su lectura de historia
—Si, creo que sólo alentaré a que suelte algunos insultos. —Dijo rendida-. En realidad, creo que no me interesa demasiado a dónde sea que conduzca ese mapa. ¿Algunos artículos de Zonko?... ¿Bombas fétidas?. Creo que sencillamente lo entregaré a McGonagall.
—Estoy de acuerdo, —Secundó Lily, que optó por doblar el papiro en cuatro partes para entregármelo-. Son chungas de niños, —opinó mientras se volvía encaminar hacia la búsqueda de hongos
Pasaron quizá algunos veinte minutos, el tema de conversación se había concentrado entorno a los T.I.M.O.S que tendríamos que aprobar para ese año y hasta llegué a olvidar que tenía guardado aquel papel en el bolso de la túnica.
—¡Aquí están! —Dijo Sirius, que en ese momento llegó hasta nosotras, deteniendo la carrera que traía. Sacó de su morral un espejo al que le hablaba cómo si de una persona se tratara-. Las encontré, están detrás de los invernaderos. —Volvió a guardar el artefacto. A unos pasos de él estaba Remus Lupin, que también corría hacia nosotras.
—Que tal Sirius, ¿Nos están buscando? —Pregunté con descaro.
—Si. —Respondió lacónico-. Venimos por el pergamino que nos pertenece-. El chico se cruzó de brazos con una actitud desafiante.
—Ho , —hice memoria-. Si claro, el "Mapa".
Cuando enuncié aquella palabra la expresiva mirada grisácea de Sirius se abrió y su rostro palideció. A continuación, buscó de inmediato los ojos de Remus que habían tomado un aspecto consternado.
Solté una risa cantarina y escueta tras ver esa cara. Eran como dos niños a quién su madre acababa de pillar.
—Tranquilos, -manifesté. —No logramos abrir el mapa, pero si llevarnos varios insultos en el intento.
Remus entrecerró los ojos con suspicacia.
—Si no lograron revelarlo ¿Cómo están seguras de que es un mapa?.
—Un tal "Canuto", —Lily ladeó el rostro en dirección a Sirius-, lo dejó claro.
Remus adoptó una postura de brazos cruzados, más bien incriminatoria hacia su amigo.
— Bueno, es obvio que nos han pillado, —declaró Sirius-. Como pueden ver, el pergamino contiene un mapa hacia…la biblioteca. —Por la manera en la que titubeó al momento de decir eso último podía olerse su mentira a kilómetros-. Ahora devuélvanlo, —exigió estirando la mano.
Lily Evans se llevó una mano a la cara mientras convulsionaba de risa.
—¿A la biblioteca? —Espetó la pelirroja con incredulidad—. Vaya, vaya, vaya... así que los brillantes alumnos de Hogwarts necesitan un mapa para encontrar la biblioteca.
Nos sumamos a la burla de Lily.
Sirius se acomodó elegantemente un mechón de cabello, al tiempo que nos lanzó un mohín. Un gesto que reflejaba lo poco que le importaba lo que pensáramos.
—Bueno, es una pena que no condujera a un lugar más divertido, —lamentó Marlene—. Sin embargo, al ser un objeto confiscado, mi deber como prefecta es entregarlo al jefe de la casa, —Informó la rubia encogiéndose de hombros, como si no tuviera alternativa.
—¿Es eso cierto? —Consultó el de ojos grises a su amigo castaño, el cual afirmó con un asentimiento.
—Pero no hay de qué preocuparse chicos, si se trata sólo de un inofensivo mapa hacia la biblioteca, estoy segura que McGonagall se los regresará de inmediato. —Habló la rubia con despreocupación.
—Bien señoritas. —Hablaba James aproximándose a lo lejos a toda velocidad-. ¡Regresen el diario de Peter!... —Exigió. Pettigrew también corría hacia nosotras, aunque no al ritmo del atlético Potter.
Remus, cerrando los ojos al paso de un largo suspiro, se llevó un par de dedos directo al puente de la nariz.
Las tres Griffindor nos echamos a reír. "El Diario de Peter". Parecía que cada cual improvisaba su propia historia detrás del objeto, uno más inverosímil que el otro.
—Está bien James, —suspiró Sirius posando la mano en el hombro de su amigo—. Ya saben que se trata de un mapa.
—¡¿Qué?! —Espetó James, que detrás de las gafas había abierto demasiado los ojos.
—¿Saben que se trata del "Mapa del Merodeador”? —Preguntó alarmado Peter con el aliento entrecortado.
Sirius le propinó un manotazo en la nuca.
—"No digas que es del merodeador", —regañó entre dientes.
Entonces até un par de cabos. "Era un mapa hacia la biblioteca", además le llamaban "Mapa del merodeador", y era algo que querían ocultar a toda costa, al punto de encantarlo para que sólo pudiera ser leído tras pronunciar algunas palabras claves… Era evidente que se trataba de un mapa para acceder a la sección prohibida.
—Así que han sido ustedes, —rasqué mi sien en lo que resolvía todo el asunto-. Aquellos que merodeaban en la sección prohibida. —Recordé de golpe-. ¿Ustedes tienen el libro de Animagología?.
Esta vez mis palabras ya no tenían implícita la intención de jugar, reír y atormentarlos en el camino, sino que ahora se había un verdadero asombro.
—pfff… —Sopló Sirius con sus labios—. Eso es absurdo. —Opinó.
—Si, ¿Para qué queremos un manual de animagología? —Secundó James cómo si no existiera idea más ridícula-. ¿Creen que quisiera cambiar esta cara?.
—Bueno, Mary, —intervino Marlene meditativa—, tampoco creo que sean ellos. —Pensó en voz alta-. No tendría sentido que Peter tuviera que acudir a la biblioteca de mi padre, si ellos tuvieran en su poder un ejemplar de transformaciones, como aquél libro que desapareció de la sección prohibida.
—¡Exacto! —Ladró Sirius concibiendo el argumento de Marlene oportuno y atinado-. Gracias Marlene. —Apuntó a ella con un ademán coqueto y un guiño encantador.
Me encogí de hombros. En mi interior esa explicación tenía demasiado sentido.
—Bien Chicas, —James despeinó un poco su cabello. Tragó una bocanada de aire y adoptó su característica pose altiva-. Ya se han divertido con esto. Ahora, ¿Podrían regresarnos el mapa?.
Me relamí los labios. Llevé mi mano al bolso de la túnica y me decidí a contestar:
—¡No!
Remus puso los ojos en blanco, Peter posó la mano sobre su frente y James se masajeaba las sienes.
—No me obligues a utilizarla contra ti Mary, —advirtió Black empuñando su varita.
—Hazlo, —Le reté despreocupada. Solté la mano con flojera-. Si consideras sensato atacarme delante de dos prefectos—Dije, señalando a Remus y Marlene.
Sirius esbozó el más arrogante y burlón de sus gestos.
—Pero Remus está de nuestro lado, —aseguró apuntando su nariz hacia el castaño, — Y, no te lo tomes personal, rubia, —se dirigió a Marlene-, pero me tiene sin cuidado el castigo de un prefecto.
Sonreí abiertamente.
—Entonces ¿a qué esperas? —Desafié alzando los músculos de mi frente.
Sirius tomó aire, estaba a punto de agitar la varita, pero de pronto una chispa salió de la varita de un tercero.
—¡Levicorpus! —Conjuró la Pelirroja.
Sirius quedó tendido en el aire. Todos giramos hacia Lily, sorprendidos por lo que acababa de hacer. Era la primera vez que escuchábamos tal maleficio.
—¡Wow! —Exclamé-. ¿Dónde lo has aprendido? —Le pregunté a Lily.
—Cortesía de Sev, —explicó aquella. Las comisuras de sus labios se levantaron con malicia.
Sirius, que se encontraba boca arriba, trató de llevar el maleficio de Lily con cierta dignidad. Nunca forcejeó y tampoco dejó que el enojo contaminara de su compostura. En realidad, había aceptado la derrota con su aristocrática elegancia, formando un cuatro con las piernas y cruzando los brazos desde su posición, trazando en su rostro un gesto aburrido.
—Bien jugado chicas, bien jugado., —reconoció.
Era la primera vez que se dejaba ver el rostro libre de esa melena larguirucha. Casi como si llevara el cabello corto. Reconocía que le veía más apuesto de esa manera.
—Bájalo Evans, —ordenó Remus con tranquilidad—. O como Prefecto tendré que verme forzado a reportar esto con McGonagall, —advirtió con el temple diplomático, pero en su mejor rol de prefecto.
James se apresuró a colocarse frente a Remus sugiriéndole que se detenga.
—No… no reportaremos a nadie, —aseguró el de gafas con apremio.
Nuevamente se aclaró la garganta y se aflojó el nudo de la corbata.
—Creo que podemos resolver esto de manera civilizada, -propuso en un matiz tan amigable como circunspecto-. Evans, bájalo, —pidió con un gesto sereno-. Te aseguro que Sirius sería incapaz de provocarles algún daño a cualquiera de ustedes, —afirmó.
Lily ladeó el rostro con la pupila verde fija en Sirius, creo que ella también encontraba más atractivo al Sirius Black de rostro despejado.
—Liveracorpus. —Vocalizó.
Aquella fuerza invisible que sostenía a Black en el aire le había soltado de pronto. Cayó al suelo, pero por fortuna contaba con los reflejos apropiados como para evitar un declive atropellado. Una vez este se incorporó y sacudió la hierba de su túnica, James tosió sobre su puño y se volvió hacia nosotras.
Entrelazó las manos como lo haría un profesor a punto de disertar un tema de interés frente a sus alumnos y curvó una sonrisa arrobadora
—…Negociemos, —Propuso.
Creo que no hace falta explicar cómo resultaron los términos y los acuerdos de aquella negociación, ya que como pueden intuir, sólo había una cosa que podía aceptar a cambio del Mapa del Merodeador.
Arrastré, gustosa y orgullosa, mi anticuada y obsoleta barredora del 37 de vuelta al entrenamiento de Quidditch. Si, estaba de regreso en el equipo, y esta vez no como la asistente del equipo o jugadora de reserva, si no como una cazadora oficial…
Potter hizo sonar su silbato de capitán
—Mcdonald, —me llamó con un aire de resignación-. — A tu posición. Hoy afinamos los movimientos de reflejo.
Le obedecí. Pero no sin antes guiñarle el ojo con triunfo.
Como dije, el quinto año trajo consigo cambios significativos, pero ninguno como el que había ocurrido en Quidditch, ya que este fue el gran año de la concepción de una fuerte y entrañable amistad entre una Sangre Sucia y un hermoso Bastardo. Una amistad que cambiaría por completo nuestras vidas.

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2237. el-dios-cinderace ,

mi pregunta es mari magdonal estaba een la orden?

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2238. Def-Leppard,

me encanta la gente que dice que el mapa es de harry. no, el mapa no es de harry, para nada. es como si me decís que la espada vorpalina solo es de acererac porque sale en la tumba los horrores con ella. po no. es más. la mitad de su vida, el mapa ha estado en las manos de filch, que al ser squib, pos el pobre hombre no sabía lo que tenía, y luego en manos de fred y George. el mapa volvió a manos de harry porque es el prota, un marysue normalito que todo le cae a él, porque lo lógico, si señores lo lógico, era no entregarlo. fred y George dicen que se lo saben de memoria, pero aún así, no había motivos para entregar el mapa realmente. estamos hablando de un señor mapa que encima tiene función sensor de movimiento a todo el puto castillo, y hablamos de los dos mayores alborotadores desde colagusano, lunático, canuto y cornamenta. ninguno entregaría ese dichoso mapa. solo pensar que si lo hubieran tenido en quinto no les hubieran pillao. solo por eso, yo eso no lo suelto ni en el testamento.
la capa es una reliquia de la muerte, en teoría la más práctica, y porque realmente no tiene... nada malo. la piedra si, la varita también, pero la capa no. y como reliquia pertenece a la familia potter, me quiero imaginar. también me encanta que al principio había muchas capas invisibles. de echo ojoloco, o vamos crouch haciéndose pasar por ojoloco, también tenía una, del mismo tono plateado y tal. pero como al final había que acabar con cuatro superreliquias, dijeron que el resto eran peores. un poco escusa random, pero OK.. la movida entonces es saber de los hijos de harry, a quien le pertenece la capita, pa que siga moviendo el linaje peverell o como se escriba. ahora mismo sí, harry es su poseedor, en teoría ahora que tiene hijos, la capa se hereda en orden descendente, y yasta.

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2239. Ronald-Weasley,

Mary Macdonal, según la línea de este fic, no pertenecía a la Orden del fénix. En su momento se verá por qué. En cuanto a lo canónico, lo dicho por Rowling, sinceramente desconozco gran información a cerca de este personaje, así que no tengo ni idea de cómo era ella, qué decisiones tomó y qué caminos siguió. Así que por lo pronto le compro la idea a esta escritora.
Con ustedes, el capítulo diez de James Potter, un hermoso bastardo. Notarán que este capítulo es más corto que los anteriores, de hecho creo que es el más corto de todo el fic. Vásicamente va enfocado a continuar trabajando el naciente vínculo entre Mary Macdonal y James Potter.
Capítulo 10:
Cuatro chicos en el Bosque Prohibido
Musicalización de Capítulo: Creedence Clearwater Revival: ¿Have You Ever Seen The Rain? (1970)
—Muy bien equipo, gran trabajo, —felicitó Potter al pie del campo del colegio. Una marca de sudor se había esparcido a lo largo de su torso adhiriendo la tela de la camiseta a su cuerpo-. Terminamos por hoy, —declaró.
Aterricé la escoba dando tumbos para frenar, aún tenía que dominar los aterrizajes rápidos. Me sequé el sudor de la frente mientras seguía al resto del equipo hacia la carpa de Gryffindor, cada cual comenzó a alistarse para salir. Guardaban las escobas y se desmontaban el equipamiento protector de brazos y piernas.
—"Lanzadora", — El capitán se acercó a mi mientras desajustaba los broches de sus espinilleras—, si realmente quieres quedarte en el equipo voy a tener que pedirte que trabajes esas piernas. -Se quitó las gafas unos instantes para limpiar los cristales-. Cuando las bludgers golpean para derribar a un jugador de la escoba, la permanencia de éste recae en las fuerzas de sus piernas. Y tú tienes piernas débiles, tendrás que ejercitarlas.
—¿Qué me sugieres que haga para ejercitarlas? —Pregunté.
James pronto se quitó su camisa empapada de sudor sin pudor alguno. Rápidamente me di la vuelta con un rubor latente en mis mejillas, hice lo posible por aparentar que aquello no me incomodaba.
—Veamos. —Hizo memoria un minuto-. Entrena en la sala de los menesteres, aunque no lo recomiendo, hay muchos alumnos que entran y salen de ahí y Peeves aprovecha para gastarles bromas. Blummer sube trotando la colina hasta la lechucería todos los días, aunque habría que ir con cuidado, dice que el suelo es resbaloso. Sé de varios alumnos que vienen a trotar alrededor del campo de Quidditch antes del desayuno, escuché que Christy Abott, tu amiga, lo hace a menudo.
—Y tú, ¿qué haces?
James se había colocado una remera limpia con el emblema de los "Puddlemere United", el equipo británico de Quidditch.
—Yo corro por los alrededores, —respondió escuetamente.
—No sabía que eras fan de los Puddlemeres, —hice un pequeño paréntesis, mientras notaba el escudo de su remera.
—Han tenido una temporada floja, pero… aun ostentan el récord de goles, —se explicó este con cierto orgullo por el logo que portaba en su pecho. Se colocó los anteojos en su lugar y se montó un morral con el escudo de Gryffindor sobre el hombro—. Nos veremos en pociones, —dijo marchándose de la carpa.
Ajusté mi itinerario. A partir de ese día, iría a la cama un par de horas antes para despertar a las seis y media de la mañana.
Era la primera vez que saldría del castillo antes del alba. La frescura de la noche me calaba hasta los huesos, estuve a nada de cambiar de idea aquella primera vez que me alisté a salir a correr, pero me alegro no haberlo hecho.
El plan inicial al salir por el patio trasero, era dirigirme al campo de Quidditch a dar un par de vueltas por el óvalo de la cancha, pero tan pronto pillé a Regulus Black y Emma Vanity ir para el mismo rumbo, tuve que desistir de aquel plan y obligarme a improvisar.
Sencillamente comencé a trotar a lo largo del puente de madera que conecta con el bosque, hasta llegar al círculo megalítico desde dónde se podía vislumbrar la cabaña de Hagrid y el criadero de las distintas criaturas mágicas. Continué por la orilla del lago, dónde los tentáculos del calamar gigante brotaban del agua. Comenzaron a asomarse los primeros vestigios de sol entre las montañas, y se fusionaba el ámbar del nuevo día con el púrpura profundo y estrellado de la noche. Mi nariz comenzó a impregnarse de una embriagadora brisa con olor a musgo, tierra húmeda y bosque. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan llena de energía y contagiada del mejor ánimo.
En algún punto ya había dejado atrás el lago y la vista del castillo, estaba corriendo entre pinos y bayas de frutas silvestres. El suelo era irregular y terregoso, el sendero apenas reconocible. Cinco años en Hogwarts y era la primera vez que exploraba aquellos alrededores que se extendían más allá del lago y los límites dónde pudieran verse las torres de Hogwarts. Sentí que no habría manera en que pudiera perderme, bastaría con volver sobre mis pasos. Así que seguí con la confianza de avanzar hasta que comenzara a entrecortarse el aliento. Pero a medida que avanzaba, la espesura de los árboles obstruía la vista de la luz del alba. Y de pronto, cuando sobre el sendero sólo se percibían hayas gigantes y maleza demasiado espesa, intuí que había ido más de lo permitido.
Entonces me paré en seco y giré. Era hora de regresar. Pero volver sobre mis pasos no era en absoluto tan sencillo como cualquiera hubiese pensado. Con la hierba a la altura de mis rodillas no encontraba mis huellas. Sentía que el camino que estaba tomando era mucho más complicado e irreconocible. Fui a desorientarme más cuando me encontré con la tarea de elegir entre un camino dónde la hierba medía poco más de un metro o entre una declive encharcada y pestilente. Sabía que estaba completamente perdida cuando di a parar con una dolmen a de siete metros que nunca había visto. Maldije. No tenía vista al cielo para orientarme, la espesura de las hayas no dejaba penetrar la luz del cielo. Caminaba sin saber si me dirigía al este o al oeste; Y tan pronto recordé que McGonagall había advertido que los centauros no eran amistosos con los humanos, y rememoré aquella vez que había pillado el aullido de un hombre lobo, caí en la noción de que perderse en aquel sitio podía ser letal.
Escuché unas zancadas aproximarse, rompían las hojas secas y se abrían paso entre los arbustos. Me escondí detrás de la roca gigante que formaba la dolmen a. Provenían de lo profundo del bosque, así que me llevé la mano a la varita que tenía guardada en el bolso de la sudadera.
Para mi alivio no se trataba de un centauro, ni un hombre lobo ni ningún tipo de criatura. Por sus carcajadas intuía que eran un grupo de alumnos. Suspiré.
—"La próxima vez deberíamos llevar un par de bombas fétidas", —decía una voz—. "Fastidiar a los Trolls del bosque es tan divertido".
Reconocí de inmediato esa risa arrogante y vivaracha. Era Sirius Black. ¿Qué hacían a esta hora saliendo del bosque prohibido?.
—"Aún no supero su cara"—, rio Peter.
—"Ho no Canuto", —refutó Remus—", ya vamos a dejar de molestar a esos Trolls".
—"Lunático, ¿No me digas que también te compadeces de esas criaturas?"—, rio James.
Los chicos tenían la pinta de haber estado activos durante toda la noche, y Remus en especial llevaba un aspecto espeluznante, como si hubiese resbalado hacia un pozo enterregado y se hubiera hecho mucho daño en el cuerpo.
Cruzaban la maleza con maestría y naturalidad, como si lo hubiesen hecho miles de veces antes, a diferencia de mí que daba pasos cuidadosos por temor a encontrar un bicho venenoso. Se encaminaron hacia donde yo recién había cruzado, y siguieron el mismo sendero que yo hubiera seguido. Al parecer no estaba tan perdida. Esperé a que caminaran unos cuantos pasos antes de ir tras sus huellas. Me sentí un poco como Snape al esconderme mientras les veía y escuchaba sin su consentimiento, aunque yo no codiciaba enterarme de su vida ni de sus andanzas, tan solo quería regresar al castillo.
Sin embargo, reconozco que no podía dejar de darle vueltas al misterioso comportamiento que mostraban. Entre secretismos y risitas cómplices, parecían muy inmiscuidos en un asunto personal que los divertía muchísimo. Puede que mi teoría de que fueran los merodeadores de la sección prohibida no pudiera estar más desacertada, y todo el asunto del mapa se debiera a aquella fuga al bosque. Quizá todo se condensaba a eso; Los chicos simplemente vagueaban por el bosque prohibido molestando trolls. Algo fuera de las normas, cierto, pero no necesariamente terrible. Admitía que yo esperaba algo aún más escandaloso y perverso, vaguear por ahí lo percibí como algo inocente propio de chicos curiosos e inquietos (O por lo menos lo pensé de momento, antes de recordar que los Trolls de bosque eran criaturas de tres metros y muy violentas).
Sin embargo, aún tenía dudas que me saltaban a la mente. ¿Cómo lograban evadir la seguridad del castillo? ¿Y cómo lidiaban con los peligros del bosque?, ¿Acaso Hagrid se los permitía? El caso es que de una u otra manera, nadie más se enteraba de aquello.
No había que darle gran importancia, porque súbitamente notaba la familiaridad del sendero. El cielo matutino ya coloreaba sus tintes claros, y lograba ver las torres del castillo en el horizonte. Se erguía a una decena de metros el sauce boxeador, que recuperaba su postura habitual tras haberse agitado demasiado. Di un vistazo a lo lejos, esperando ver a los muchachos cruzar frente a la cabaña de Hagrid, o bien cruzar el puente camino al castillo, pero al no ver sus siluetas por ningún lado supuse que debieron tomar otro camino para acceder al mismo, si es que se dirigían hacia ahí. Pero, como dije, no me desgastaría en darle importancia, había sido una suerte topármelos, al fin y al cabo, ya que gracias a ellos pude encontrar el camino de vuelta.
A partir de aquel día, sentí la plena confianza de adoptar aquel trayecto como un circuito diario para correr y fortalecerme, como lo había pedido James. Siempre a la misma hora, antes de la salida del sol y, la mejor parte, antes de que el despertador-Hada de Lily me atormentara.
Y hasta aquí llega. Un capítulo pequeño, pero como les dije, acerca a los protagonistas de esta historia por primera vez.

счёт: +2

2240. kirito,

Bueno, dicho lo dicho, el mapa sigue siendo de Harry.
Asumiendo que le pertenecía a los 4 merodeadores y sus descendientes, el mapa iría a sus erederos, supongo. Luego, solo quedan Harry y Teddy Lupin, siendo que Harry tiene mayor precedencia por edad, parentesco (hijo de uno y apadrinado por otro) luego sus hijos, luego Teddy. Así que F.

счёт: +0

2241. Ronald-Weasley,

¡Saludos amigos!
Traemos nuevo capítulo del fic, James Potter, un hermoso bastardo. En este capítulo 11, definitivamente vemos un vínculo mucho más fortalecido entre el líder de los merodiadores y Mary Macdonal. Espero que les guste.
Capítulo 11:
El Regalo de James
Musicalización capítulo: Get It On - T-Rex (1971)
Cuando te aferras a un cambio, este genera todo tipo de efectos secundarios. En Hogwarts esto representaba pasar mucho menos tiempo frente a los libros. Ya no tenía tan dominadas las materias como antes, había olvidado la lección de transformaciones un mal día que McGonagall me preguntó sobre los principios de los conjuros transfigúrativos. Mi silencio le había costado cinco puntos a Gryffindor. Por otra parte, las rutinas de ejercicio por las mañanas estaban modificando mi cuerpo; mis pies comenzaron a ampollarse y estaba desgastando todos los calcetines que tenía disponibles. En contraparte tenía la cintura más acentuada y las piernas más estilizadas, ya no eran dos pajillas a punto de romperse. Desde luego, había ganado altura pues estaba en plena etapa de crecimiento, y mi silueta se semejaba más a la de una mujer que a la de una niña. Noté con orgullo que había llegado a diciembre con la necesidad de cambiar el sostén por una copa más grande.
Cumplí los 15 años a un día de comenzar las vacaciones Navideñas. Marlene y Lily me habían despertado con un pastel de burbujas chispeantes que habían adquirido en Honeydukes. Estaba a mitad del "Happy Magic Birthday" cuando de pronto una serie de picoteos comenzaron a golpear la ventana.
¿Qué hacía una Lechuza fuera de nuestra habitación?, El correo usualmente llegaba a la hora del desayuno y en el gran comedor. Con la preocupación de que la pobre ave no se helara con la nieve decembrina, Lily se apresuró a abrir el portillo.
El animal entró volando con un paquete entre las garras. Lo soltó sobre mi cama y fue a posarse sobre el pomo del dosel. Era una lechuza de un enorme tamaño, que se sacudió la nieve esparciendo gotitas de agua helada sobre la cobija.
—Pobrecilla, la han obligado a volar con este clima, —dijo preocupada Marlene.
Me acerqué al paquete, estaba envuelto en hojas de papel viejo y cordones deshilachados. Amarrado en un nudo había una pequeña nota…
"Ya puedes deshacerte del vejestorio que llamas escoba."
Desenvolví el paquete intuyendo por su figura de lo que se trataba. Una Cometa Platinum. De pedales de plata y ultra ligera. El último modelo en el mercado.
—¡Wow! —Exclamó la rubia, examinando el vehículo con maravilla—. Tienes un amigo bastante generoso.
—¿Quién habrá sido? —Preguntó desconcertada Lily, revisando la nota y posteriormente el envoltorio sin encontrar el remitente.
Sonreí. Sabía perfectamente quién había sido.
Bajé a la sala común aun con el pijama puesto. Y le encontré frente a la chimenea, alistado con sus ropas casuales y su maleta lista para abordar el expreso, y cómo no podía ser de otra manera, charlando con Sirius.
—James, —le llamé desde sus espaldas. Sonreí-. ¡Gracias, gracias, gracias!
Le correspondí con un abrazo entusiasta, como el que sólo le daría a uno de mis hermanos. James también había crecido varios centímetros, los suficientes como para notar que me superaba por una cabeza.
Sabía que ese abrazo no era propio de nosotros. Vi cómo intercambió un par de miradas con Sirius que observaba aquel acercamiento como algo inusitado entre las chicas de Gryffindor y ellos.
—No seas tan efusiva, —me reprendió alejándome de él-. Vas a arrugarme la ropa.
Me mordí el labio interior. Era terreno virgen para ambos. Sabía que no estaba ni remotamente acostumbrado algún contacto físico conmigo y su actitud se debía a que por primera vez yo presentaba una conducta cariñosa… en pijama.
—No te emociones., —Advirtió-. Lo hice por el equipo.
—¿Y Por qué otra cosa sería? —Pregunté, dejando claro que no había razones para echar a volar la mente. Entendía que no quería que aquello se prestara a malos entendidos, y no había necesidad. En ese momento James era sólo un compañero que a momentos odiaba, a momentos disfrutaba y el resto del día prefería tenerle lejos. Además, era más que conocido su interés por Lily, donde yo no pintaba en absoluto-. Ese regalo significa que… pues… que me tomas en cuenta como integrante del equipo.
—Bueno, en enero comenzarán los partidos por la copa, —recordó-. Supuse que te … que nos haría falta, —corrigió.
—Lo comprendo-. Afirmé con total entendimiento-. Solo quería darte las gracias.
Me acomodé un mechón de cabello tras la oreja con un poco de vergüenza, y luego apunté hacia las escaleras.
—Bueno, tengo que ir a alistarme, —le dije, retirándome rumbo a mi habitación junto a las chicas.
—Oye Mcdonald, —habló Sirius, y yo me detuve-. Feliz cumpleaños.
—Gracias Black.
—¿No hay abrazo para mí?.
Volví a sonreír, y rodé los ojos.
—Será para el próximo año-. Le respondí al pie de la escalera-. Tengo que preparar mi valija de viaje.
El regreso a Hogwarts después de las navidades, supuso un compromiso a tiempo completo. Procuré seguir con el hábito de correr pese a la nieve y las altas temperaturas. Mi madre, una fisioterapeuta, me compartió algunos de sus ejercicios para calentamiento y los dolores musculares, demasiado útiles, para los calambres que comenzaron aquejarme.
El entrenamiento psicótico de James estaba dando sus frutos. Comenzaba adelantarme a la aproximación de las bludgers por intuición, sin necesidad de acudir a la vista para saber que una pelota se aproximaba a mí, y lograba evadirlas sin problema con un giro vertical de 360 grados. Con mi nueva escoba era sencillo de lograr aquella maniobra. Los pases de la Quaffle se nos daban con un instinto natural, contaba con un buen tino así que era algo con lo que nunca fallaba y parecía complacer al capitán. Comenzamos a pulirlos como táctica para los partidos.
James comenzó a despedirme con una alentadora palmada en la espalda, cómo lo hacía con los varones del equipo, eso significaba que estaba satisfecho con mis progresos. Al paso de los entrenamientos dejé de incomodarme cada vez que cambiaba sus ropas sudadas por remeras de los Puddlemeres. Llegó el día en que veía con total naturalidad aquel torso sudado y los brotes de los vellos de la adultez.
Comenzamos un debate sobre quién ganaría la liguilla de Quidditch ese año. Él se negaba a conceder las posibilidades a las Arpías de Holyhead, mi equipo preferido, estaba aferrado apoyar a los Puddlemeres United aunque estaban en su peor año. El debate se extendió hasta llegar al gran comedor, dónde por una insólita ocasión, las pandillas femenina y masculina de Gryffindor se unificaron homogéneamente para opinar del tema mientras disfrutábamos la cena. Por un segundo fue como si atendiéramos una preparatoria ordinaria, lo cual era de lo más reconfortante. Por supuesto, sólo James y yo éramos los verdaderos eruditos y apasionados en la materia.
En una ocasión, le pillé bajando por la escalinata de su habitación, camino al campo de entrenamiento. Ya que íbamos para el mismo rumbo, me uní a él. El debate ahora se centraba sobre qué jugadores deberían ser seleccionados para representar al equipo británico durante los mundiales. Entre risas y opiniones, de pronto vi que tomaba un trayecto alterno al convencional para bajar de la torre, se trataba de un atajo casi imperceptible que tanto yo, como la mayoría de los alumnos, desconocía.
—"Pensé que nos dirigíamos al campo de Quidditch", —manifesté cuando entramos a un pasadizo detrás de una gárgola de un ave bicéfala.
—"Créeme, esto te ahorrará veinte minutos".
A la salida del alba, otro día nos encontramos a mitad de mi recorrido entre el lago y parte del bosque.
—Lanzadora, —llamó. Me había pillado despeinada y con la sudadera empapada de sudor—. No sabía que corrías por este rumbo. ¿Te importa si me uno?
—Sólo si me puedes seguir el paso, —contesté con cierto aire de presunción. Por supuesto que lograba seguirme el paso.
Le platiqué que alguna vez había visto un majestuoso ciervo salir del bosque.
—¿Así que "majestuoso”? —Preguntó como si hubiera contado un chiste.
—"Lo era", —afirmé sin encontrar la gracia-. "Quizás un hombre lobo lo hizo salir fuera de su hábitad".
—"Los hombres lobos no comen ciervos", —me informó.
Me encogí de hombros.
—"Bueno, los lobos cazan ciervos. ¿Cómo estás seguro de que no los comerían?
—¿Has visto alguno comiéndose algún ciervo?
—"¿Has visto uno no haciéndolo?", —repliqué, con el mismo matiz bromista.
—He supervisado la dieta de uno, y no… no hay ciervos en su menú, —Afirmó.
Reí, a sabiendas de que estaba alardeando. Me sentí tentada a comentarle que lo había visto salir del bosque prohibido unos meses antes, pero sabía que aquello no era de mi incumbencia.
Marlene comenzó a reprenderme por el bajo rendimiento que estaba teniendo en clase. Decía que el Quidditch estaba distrayéndome demasiado, pensé que estaba algo celosa de que pasara más tiempo entrenando que junto a ella. Lo cierto es que cuando se celebró el primer partido contra Hufflepuff ganamos por más de 200 puntos y esa misma semana había suspendido defensa contra las artes obscuras con un vergonzoso "Desastroso" en la boleta. Lo peor es que tan pronto James me había invitado a escuchar el sorteo de los partidos de la liguilla británica que se anunciarían en vivo por la radio, mis bajas notas habían pasado a segundo término. Nos enteramos que Las Harpías y los Puddlemores se enfrentarían, y nada más importaba ya. Aplaudimos y estrellamos nuestras palmas sin poder contener la emoción. Creo que incluso Sirius sintió algo de celos frente al auténtico sentimiento de entusiasmo y afición que sólo Potter y yo compartíamos por aquel partido.
Recuerdo esa vez que finalizamos un entrenamiento, me había mantenido en un rincón esperando a que los chicos se alistaran para abandonar la carpa. Ya me había acostumbrado a ver sus torsos en cueros y creo, ellos a mi presencia como la única mujer en el equipo; sin embargo, con apenas quince años, era demasiado recatada como para tener el valor de cambiarme frente a ellos. Después de que abandonaron la carpa, yo me sentí con la libertad de despojarme de mis ropas. Estaba en corpiño y calzón cuando James entró descaradamente con el pretexto de evaluar las snitchs disponibles para el próximo entrenamiento.
—¡Por Merlín Potter! —Grité—. ¡Sabías que me estaba cambiando! —Tomé una de las togas de Griffindor y me envolví en ella cómo si de una toalla se tratara.
—Lanzadora, tranquilízate, ni que hubiera gran cosa que ver,—se burló aquél.
—¿Puedes esperar a que me ponga algo de ropa? —Rogué avergonzada y enojada.
—Oye, ¿Cómo crees que se cambian las chicas en los equipos mixtos de otras casas?.
Estaba por responderle aquello, pero mi atención se volcó súbitamente hacia la Snitch que contemplaba en sus manos. Un modelo muy antiguo, su color era oro cobrizo y los ornamentos propios de la moda gótica entre magos en la década de los 40´s.
—¿Qué haces con eso? —Inquirí.
—Sólo examinando para entrenar. Lanzadora, vístete de una buena vez.
— ¿Acaso es… —titubeé, pero a medida que la veía más me convencía—, la Snitch de Keith Newton?.
Keith Newton era el actual buscador de Puddlemere United, el favorito para la selección británica de Quidditch. Se había entrenado y graduado en Hogwarts en 1945. Y podía identificarse porque había sido su primera Snitch, al atraparla le había mallugado una de sus alas, había sido legendaria según cuentan. Vi cómo James la miraba embelesado y después de unos momentos se la echó a la bolsa.
—¡James!...
—Una Snitch como esa merece ser reparada.
—Es material del colegio, —le dije, a pesar de que no necesitaba que se lo recordara. Como ferviente fan de los Puddlemere, sabía lo que aquella snitch significaba para él. Una reliquia digna de un museo.
—Nos vemos en la sala común, —dijo antes de marcharse.
Para el segundo partido, dónde nos enfrentaríamos a Ravenclaw, tenía listo mi propio frasco de Díctamo para auxiliar al equipo en caso de cualquier accidente.
—"Cuidado mis águilas”, —rugía Lovegood en el megáfono-. "Esa Lanzadora va por esa Quaffle".
Había que llevar a cabo una de las jugadas que tanto habíamos practicado. Pero James, incapaz de cederle la atención del público a nadie, se apresuró a rebasarme con la escoba, rozando conmigo y provocando que pierda el control. Me vi forzada a frenar. Aquél, haciendo gala de sus dotes gimnásticas, le arrebató la Quaffle al jugador de Ravenclaw, acaparando el balón para sí, hasta anotar el gol. La gente aclamó el movimiento como si de un show de talento se tratara, y Potter se perfilará como el irremediable ganador de la contienda. A continuación, siendo fiel a su naturaleza, festejó aquello con una reverencia, dejándose venerar por el aplauso de las gradas.
—Lo habíamos practicado millones de veces, —le reproché a James una vez terminamos el partido. Estaba anudando mis zapatos con más fuerza de la requerida—. ¿Es necesario que siempre tengas que lucirte frente a todos? Somos un equipo ¿sabes?
—¿Quién intenta lucirse? —Exclamó con burla-. ¡Ibas a paso de tortuga!, los Ravenclaw ya tenían la Snitch sobre la mira, tuve que improvisar. —Protestó aquél.
—Ho sí, claro. —Exclamé en un evidente tono sarcástico-. Tenías tanta prisa de ir tras ese punto que te tomaste la molestia de hacer un par de acrobacias antes de tirar.
—Si dominaras tan bien la escoba como yo, también las harías… todo el que puede las hace, —se defendió.
—No eres más que un engreído.
—Lo sé, gracias, —reconoció con cinismo, pasándose la mano por la cabellera. Comenzaba a burlarse de nuevo. Suspiré con exasperación y abandoné la carpa.
Pero Potter contaba con sus propios medios para no permitir que las personas pasaran mucho tiempo enojadas con él. Ese mismo domingo, cuando entré a la sala común, estaba sintonizando por la radio el partido en vivo de los Chudley Cannons contra los Falmouth Falcons. Los cuatro chicos se encontraban acomodados frente a la radio, entre cervezas de mantequilla y bocadillos salados, había banderas de los Chudleys, cuyos colores representativos hacían una combinación perfecta con la sala común.
—Lanzadora, únete, —propuso señalando uno de los muebles libres-. Tenemos cervezas de mantequilla extra.
—Mary, mañana tenemos examen, tienes que estudiar, —advirtió Marlene a mi lado, sonaba peor que una maestra solterona.
—Puedo estudiar mientras escucho el partido, —mentí despreocupada.
Mi amiga negó con su rostro, pero tampoco podía obligarme a nada.
Me uní a los chicos. Era mucho más tentador pasar el domingo entre cervezas de mantequilla, risas y un partido de Quidditch en la radio, que estudiando historia de la magia. Recuerdo que fue una noche de lo más memorable y divertida. Cuando los Chudleys atraparon la Snitch sentí que su brazo me rodeó fraternalmente y me invitó a tomar otra ronda más, como si fuera un compañero de la habitación de los chicos. Me sentía completamente afanada a ese círculo, pero James tenía ese don por hacerte sentir "incluido". Supongo que era porque disfrutaba discutir sobre Quidditch y conmigo podía sumirse a una apasionada charla del tema.
—"Señorita Mcdonald, que desilusión", —lamentó el profesor Binns cuando pasó flotando por mi butaca y me entregó el examen con un "insatisfactorio". Me hubiera importado si no fuera por la endiablada resaca que me aquejaba.
Durante el entrenamiento de esa misma semana, estaba buscando a James por todos lados. Llevábamos diez minutos esperándole y supuse que estaría alistándose en la sala común. No era nada propio de él llegar tarde, menos cuando dedicaba tanto esfuerzo y dedicación al Quidditch. Lo pillé a mitad del corredor, un tumulto de alumnos se había acomodado alrededor y reían frente al espectáculo que estaba dando. James estaba usando el "Levicorpus" contra Snape, éste tenía la toga agolpada sobre sus brazos y, a diferencia de Sirius, perdía toda la dignidad forcejeando por (inútilmente) liberarse.
—Quejicus, ¿los mismos calzoncillos otra vez? —Decía cruelmente. Los alumnos se descojonaron, particularmente las risas de Peter y Black se alzaban.
—¡James! —Exclamé exasperada—. Tenemos entrenamiento".
—"¡Ho!, es verdad, —recordó de pronto. Su faceta de brabucón se vio opacada por la de un capitán con deberes por atender-. Sirius, lo dejo en tus manos, —pidió en tono eventual, como si de un objeto cualquiera se tratara y aquello formara parte de la cotidianeidad.
—"Oye James, te estás pasando”, —le reprendí mientras íbamos hacia el campo-. —El hecho de que Lily haya empleado ese maleficio no significa que esté bien usarlo".
—Todo el mundo lo usa, todo el tiempo, —expresó indiferente-. Además es inofensivo. A Snape le resbala todo esto, creme.
El maleficio en sí era inocente, y bajo ese mismo principio se había puesto de moda. Sin embargo, lo que realmente lo convertía en algo malicioso, era la manera que James lo utilizaba para humillar al Slytherin.
Aquel día nos dedicamos por completo a la práctica de tiro. Fue una hora de forzar los músculos de hombros y brazos para mejorar la fuerza del disparo de la Quaffle. James terminó con espasmos fuertes a lo largo de su extremidad derecha.
Cerca de la hora de ir a la cama, James se encontraba en una vacía sala común, sentado en el sillón más amplio. Acomodado frente a la reconfortante chimenea que proporcionaba luz y calor, dejaba volar la Snitch que había robado para enseguida capturarla con un movimiento rápido. Había conseguido reparar su ala metálica. Pero algo parecía aquejarle cuando, en la última atrapada que había logrado, se oprimió el bíceps mientras doblaba y desdoblaba la extremidad como si la articulación estuviera falseando.
—¿No te quedará más poción vigorizante? —Preguntó el de gafas apenas me vio.
—No. Tendré que pasar mañana a la enfermería para que Pomfrey me regale otro tanto, —respondí.
Como antigua asistente me había mantenido atenta a los remedios esenciales para auxiliar todo tipo de padecimientos propios de los deportistas. La enfermera me había facilitado un poco de su boticario: Díctamo para heridas sangrantes, pócima de heridas para limpiar cortaduras, Poción vigorizante para padecimientos musculares y esguinces, La pasta anti quemaduras para las llagas de piel ante las fricciones con la madera de la escoba o el cuero de los protectores. Pero mi arsenal ya estaba vacío.
Pensé un poco antes de envalentonarme a recurrir a los rústicos remedios muggles.
—Trae aquí, —pedí. Me senté a lado de él y tomé su brazo afectado. Comencé a propinarle una serie de apretones a lo largo del músculo y luego cedí pequeños movimientos circulares con ambos pulgares.
—Auch… Lanzadora…duele. ¿Qué haces?, —preguntó muy confundido, mirándome azarado, como si estuviera por intentar algo poco apropiado.
—Se llama "Masaje muscular”, —expliqué-. Es el remedio al que recurren los atletas muggles en casos como el tuyo.
—Au… ¿y acaso los muggles no sienten dolor?… o ¿Son así de… auch… primitivos?, —comentó entre queja y queja.
—Tranquilo, ahora pasará el dolor. —Prometí-. Mi madre lo hace todo el tiempo. Aunque admito que yo también prefiero a la practicidad de una poción.
Al cabo de unos instantes sentí como había relajado el brazo.
—¿Ya está mejor? —Pregunté.
—Si… ya está cediendo el dolor, —reconoció-. Pero continúa, es muy relajante.
—No sé cómo le haces, —le dije, mientras seguía frotando con las manos-. Tus notas están intactas a pesar de todo el tiempo que inviertes al quidditch, incluso tienes tiempo para reparar esa snitch.
—No descuides las materias, lanzadora, —aconsejó con voz cansada. Veía su rostro fijo en mí con los párpados a media asta.
—En cuanto pase la temporada de Quidditch me pondré al día con todo, ya no puedo ser la razón de que Griffindor pierda puntos…
Cuando volví la vista hacia él me di cuenta que estaba profundamente dormido, con una respiración rítmica y un rostro pacífico que le dotaba de cierto encanto inocente. Tenía su mansa y asequible mano entre las mías, era grande, delgada y áspera, como la de cualquier atleta. Una mano que sabía que más de una chica se moría por tomar… Le contemplé un largo momento sin moverme del sillón, bañada por la placentera atmosfera, quieta y cálida, de la estancia. Por primera vez reconocí que comenzaba a encariñarme con él. Si era un pesado engreído, pero tenía buen corazón, era divertido y poseía ese carisma tan atrayente. ¿Quién lo diría? Me agradaba estar con James, quizá demasiado.
Le quité las gafas del rostro para posarlas sobre la mesa.
Este es el final del capítulo 11. Mary y James cada vez commparten más situaciones, y crean un vínculo de camaradería cercano. Veremos cómo continúa desarrollándose la historia mañana.

счёт: +2

2242. hermione_granger,

complementando al comentario de def y respondiendo a lo que pregunta asuma: en primero si, en el mundo hay muchas más capas de invisibilidad, ojoloco menciona que tenía cuantas, 2?: la cita fue, esta, que sturgies potmore se había llevado su mejor capa, ahora no me acuerdo al dedillo para que éra que la necesitaba, pero si que se la había llevado y que no había vuelto, luego si, acepto y eso aunque nos repatée, o por lo menos amí, que todo se lo quieran atribuír a san potter por ser el prota, la capa era de el y portanto de sus erederos: pero el mapa, na que ver, en ninguna parte se menciona que el mapa sea completamente de Harry, ni tampoco james dice nada parecido al respecto o se encuentran anotaciones de ningún tipo, pasa que les encanta darle todo a su prota xdddd: y asuma, no, meri macdonal no formaba parte ni de la orden original, ni de la nueva, si tu buscas en google, te aparece un listado de los miembros registrados al menos, si es que estamos hablando del canon y no de sus figs tan encantadores, los únicos de los que sabemos de la orden original, son mc mackinon, dorcas smeadowes, bengi fendwic, los ermanos prewett, caradoc, edgar bones, emeline bans, aberfort, lili y james, Peter y sirius, elphias doge, franc y alise lomboton, y pues ovbio alastor, no se si se me escapa alguien, d

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2243. Borja ,

Lo único que se dice en los libros es que la mayoría de las capas imbisibles perdían su poder con el tiempo, no que eran peores. Una capa invisible nueva es igual de efectiva que la de Harry, pero una capa con la misma antigüedad que la de Harry, ya no.

счёт: +0

2244. Sam-Weasley ,

En realidad, si no me equivoco, lo que dice es que hay muy pocas capas invisibles auténticas, porque a la mayoría les hacen algún encantamiento desilusionador. Bueno, aquí hay una cita de Xenophilius Lovegood…
—¡Ah, pero la tercera reliquia es una capa invisible verdadera, señorita Granger! Es decir, no es una capa de viaje a la que se le ha hecho un encantamiento desilusionador o un maleficio deslumbrador, ni ha sido tejida con pelo de demiguise, que al principio lo ocultan a uno pero con el paso del tiempo acaban volviéndose opacas, sino que estamos hablando de una capa que de verdad convierte en invisible a quien la lleva, y que dura eternamente, proporcionando una ocultación constante e impenetrable, sin importar los hechizos que puedan hacerle. ¿Cuántas capas como esa ha visto usted en su vida, señorita Granger?

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2245. Ronald-Weasley,

Y digo yo, qué más da a quién pertenece el mapa, o a quién debió pertenecer, o quién hubiese querido tenerlo en propiedad xd. Para los intereses de la historia lo que cuenta verdaderamente son los que lo tuvieron, los que lo utilizaron, los que nos mostraron su efecto. James Sirius Potter, Albus Severus Potter, Lili Luna Potter y Tedi Lupin, para su suerte son hijos y haijados de Harry Potter, y en sus tiempos de Hogwarts lo pudieron disfrutar. En la mayoría de fics, lo que hacían era compartirlo, y no preocuparse tanto por a quién pertenece o de quién debe ser, como buenos hermanos. Y ya sé que no es canon, pero a mi me gusta pensar que efectivamente, todos lo utilizaron cuando lo necesitaban y listo, sin tener que armar tormentas en vasos de agua. Esto es así señores, el mapa es de la familia Potter, y al que no le guste, que se opere xd.

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2246. dhegwork-adakly,

Posteo

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2247. Teddy-Lupin ,

yo siempre e pensado que si el mundo majícó existiera seria demasiado je nial

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2248. Ronald-Weasley,

¡Saludos amigos!
Paso para traerles el capítulo 12 de James Potter, un hermoso bastardo. En este capi, tendremos tres momentos principales. al comienzo, más de la interacción entre James y Mary, luego la conversación sobre orientación vocacional con la profesora MCGonagall, y finalmente una escena con Lili y Severus, en la que la distancia entre la pelirroja y el slitherin comienza a agigantarse definitivamente. Espero que les guste.
Capítulo 12:
La Elección de Snape
Musicalización, The Who - Baba O’Riley (1971)
Corría a zancada suelta. El sudor obstruía mi visión y sentí mi pierna empaparse de lodo tras haber pisado descuidadamente un charco a mitad del sendero a las faldas del Bosque.
“¿Es todo lo que tienes, lanzadora?” —Escuché a Potter desafiarme unos metros delante de mí.
Apreté el paso claudicando a la provocación. Su zancada era ligera, natural, rápida como galope de un ciervo en la llanura. Parecía desplazarse con simplicidad pese a la irregularidad del camino. Intentaba imitarlo, pero aún con los meses corriendo mi zancada no era tan grácil.
Lo que se suponía era un inofensivo recorrido a trote, como el de todas las mañanas, de pronto se había transformado en una carrera por ver quién dejaba mordiendo el polvo al otro. ¿Adivinen quién había llegado al final?.
James me había superado por dos minutos. Aguardaba en la meta mientras fingía un bostezo de sueño cuando llegué a la orilla del lago. Estaba muerta y con serias dificultades para respirar, intentar igualar el ritmo de James me había puesto al límite. Me tendí sobre la hierba para recuperar el aliento, mirando detenidamente el cielo mientras tragaba bocanadas de aire. James me imitó, aunque se sintió con la desvergüenza de usar mi estómago como almohadín. No me molestaba. En cuanto contacto físico habíamos avanzado lo suficiente para tomarnos confianza dentro de lo que cabía en aquella línea de la amistad.
Esa mañana había terminado el recorrido mucho antes de la salida del sol, por lo que podían aún advertirse algunas estrellas en aquel cielo de azules deslavados.
Diantres, —maldijo—, no hice el reporte de astronomía.
¿Teníamos que hacer un reporte? —Pregunté. Estaba mucho más desorientada en lo que respectaban los pendientes académicos.
Sí. Creo que sobre esa estrella, —apuntó hacia arriba.
¿Cuál de todas? ¿Esa que no para de brillar?
Si, aquella estrella gay, la de destellos rojos y azules.
“Estrella gay”. -Solté una carcajada. Con su pesada cabeza sobre mi estómago me era doloroso contraer el abdomen.
Es mi estrella, —comenté-. La estrella que mi papá me dijo que sería mía antes de venir a Hogwarts. Hasta le puse un nombre, “Blossom”.

-Como tu lechuza, —recordó-. Que cursi, —opinó cruelmente. Aunque sabía que era su manera de decir “Te he puesto atención”.
Nunca he sido muy creativa con los nombres, —reconocí sin darle importancia.
Nos quedamos un momento en total silencio contemplando el cielo y a merced de la sinfónica del viento y el oleaje del lago. Creo que los dos nos encontrábamos tan cómodos que no queríamos movernos.
He pensado en una nueva estrategia para derrotar a Slytherin, —dijo James rompiendo el silencio. Su voz sonaba de pronto más seria.
¿Enserio?, —pregunté con interés-. ¿Y cómo es?
Cambiar tu posición, —sentenció-. Te necesito en el bate.
No reaccioné de inmediato, tenía que carburarlo. Me senté, obligando a que el muchacho lo hiciera también.
James, yo no soy golpeadora, —le recordé, desvaneciendo el ánimo fresco que había tenido hasta ese momento.
Pero tienes tino, —arguyó. Sentí sus ojos sobre mí. Aquella mirada parecía depositarme una firme fe en ganar-. Es la única arma que tenemos para contrarrestar la estrategia de Emma Vanity.
Pero mi tino se reduce al lanzamiento de la Quaffle, —expliqué—. No tengo habilidad con el bate, ni con las bludgers. ¿Enserio quienes cambiarme de posición a esta altura de la copa?... yo no sé si lo logre…
Oye…oye, —posó una mano sobre mi hombro y sentí sus dedos tomar mi barbilla y levantar mi rostro hacia él-. ¿Recuerdas aquel balón que me lanzaste?
Asentí el rostro con algo de rubor, no sabía si era por ver sus ojos atentos a los míos, o porque no habíamos hablado de aquello. Pensaba que había algo de resentimiento de su parte por aquel tremendo golpe que le había propinado, bajo una rabia de la que no me sentía orgullosa.
Una bludger no es distinta, —afirmó—. Sólo debes afinarte con el bate. Has demostrado ser eficiente y adaptable en el juego… no te pediré más de lo que sé que puedes dar.
Sus palabras salían de su boca con tanta seguridad y convencimiento, que en ese momento no podía enumerarle las miles de razones por las que yo no podría funcionar como tal. Como autentica Gryffindor me tragué todas las inseguridades.
No quería defraudarle. Y creo que no se debía puramente al Quidditch, estaba dispuesta a darlo todo por esa amistad. La copa significaba tanto para él como para mí, y en ese momento no quería perderlo en ningún sentido.
Lo intentare, —prometí.
Fue el peor momento para emitir una promesa como tal. McGonagall me mandó un citatorio a su despacho ese mismo día de mayo. Sabía que tarde o temprano llegaría ese llamado de atención, era hora de recibir la reprimenda por el bajo rendimiento escolar.
Señorita Mcdonald, —me llamó cuando entré a su oficina-. Ven, siéntate. —Me invitó. Yo obedecí un tanto nerviosa, y comencé a recrear en mi cabeza toda clase de pretextos que me exculparan de las bajas notas.
¿Sabes por qué te he citado aquí? —Preguntó con su temple estricto y hermético. Negué con el rostro fingiéndome despistada-. Bien Mcdonald, esta reunión es para hablar de cualquier idea que tengas sobre tu carrera futura, y para ayudarte a decidir las materias con las que debes continuar durante el sexto y séptimo año. ¿Has pensado sobre lo que te gustaría hacer después de que salgas de Hogwarts?
Había sido demasiado imprevisto. Esperaba una reprimenda y en lugar de eso, tenía que elegir una profesión mágica que nunca me había planteado en mi vida. ¿Podía ser Quidditch? Se me cruzó por la mente. Pero no creía que eso fuera una profesión que pudiese evaluarse en los TIMOs
Sanadora, —vacilé. Cuidar y curar era lo único que se me había dado medianamente bien después de la escoba.
Sabes que es una profesión muy demandante, —recordó con severidad-. Se necesitan credenciales académicas excelentes. Mínimo de Extraordinarios en Pociones, Transformaciones, Herbología, Encantamientos y Defensa contra las Artes obscuras.
Demonios ¿Tanto?, pensé desencantada y abrumada en el momento.
Según tus números escolares, no estás mal en Pociones, ni Herbología, Encantamientos parece defenderse, Transformaciones… —hizo una pausa-. Ha descuidado mucho la materia durante estos meses.
Lo sé... Yo… prometo ponerme al corriente, —hablé avergonzada.
Bueno. Aún puede aspirar a un EXTRAORDINARIO si realmente se compromete en mi clase, —notificó. Un suspiro de esperanza me hizo sonreír-. Pero en Defensa Contra las Artes Obscuras… —dudó arrastrando las palabras.
Lo sé, tengo un “Desastroso” en el último examen, —recordé con arrepentimiento.
Aún está a tiempo de sacarlo adelante, si se empeña de verdad a ello, —opinó. De nuevo McGonagall reanimaba mis esperanzas. Era extraño para mí porque pensaba que me odiaba-. Si su TIMO, práctico y teórico obtiene las mejores notas, creo que podría alcanzar los requisitos necesarios para emprender una carrera como Sanadora.
¡Eso es maravilloso profesora! —Exclamé, con un renovado ánimo hacia las clases. Apenas lo podía creer, fue como si alguien por fin me sacudiera y me recordara que estaba en Hogwarts con la prioridad de aprender magia y no ganar una copa de Quidditch.
¿Tengo su palabra de que se va a comprometer? —Preguntó con aire severo.
Absolutamente, —respondí con un firme convencimiento.
Me dirigí a la biblioteca. Estaba más empeñada a sacar adelante las materias, y si McGonagall me daba su voto de confianza para ello significaba que no era tarde para lograrlo, y así lo haría.
Fui directo a la estantería de Transformaciones y saqué un tercio de libros, luego al apartado de Contra hechizos de artes obscuras dónde extraje otro cuarteto de varios volúmenes. Acomodé plumas, pergaminos y un temario de los últimos meses. La biblioteca estaba, por fortuna, vacía, me di el lujo de acomodarme en el rincón más cómodo por donde se filtraba la luz solar.
A medida que las horas pasaron, fui acomodando la pila de los libros entre los que había consultado, me hacía falta por leer y los que tenía a media lectura. Había llenado dos pergaminos tan sólo en cuestionarios de repaso.
Me tuve que dar cuenta que la hora de la cena había pasado cuando Madame Pince llegó a encender las antorchas y candelabros a falta de luz solar. La biblioteca se había llenado de alumnos de pronto, como comúnmente pasaba, muchos acudían a la Biblioteca después de la cena. Imaginaba que en cualquier segundo me debería encontrar con mi amiga. Pero pasó otra hora más y Marlene no se había ni asomado. Pasaban más de las diez, mi horario de sueño ya se había retrasado, sabía que a la mañana siguiente me costaría levantarme para cumplir con la rutina matutina. Los alumnos fueron despejando, ya eran apenas unos pocos los que estábamos atendiendo las mesas.
De pronto una voz conocida cruzó el pasillo. Lily Evans. Estaba acompañada por Snape. Pese al distanciamiento que aparentemente habían tenido a lo largo del curso, aun se hablaban. ¿Era coincidencia que aquello fuera a horas tan vacías en la biblioteca?. Lo dudo.
Mary,—saludó Lily—. Que sorpresa encontrarte aquí.
Tengo que prepararme con los TIMOs, —expliqué—. ¿McGonagall no te ha hablado para la orientación vocacional?
No, aún no. —Respondió aquella-. Sev, —volteó a ver a su amigo—, ¿A ti te han hablado?
El chico negó con el rostro mientras me escrutaba con frialdad. Imaginé que no estaría nada complacido con mi presencia en la biblioteca, quizá ese era su momento con Lily y mi rara estadía a esa hora y en ese sitio les robaba tiempo. A Lily por otro lado no le parecía importar, se sumó a la mesa posando sus libros junto a mí. Podía intuir que le alegraba tener más amigos con quién estudiar. Snape también posó sus libros en la mesa de estudio, aunque quizá porque no tenía más alternativa.
Y bien, —preguntó Lily-. ¿Qué carrera has elegido?
-Sanadora, —manifesté-. McGonagall me ha dado el visto bueno, siempre y cuando me ponga al día en transformaciones y defensa.
Oye, eso suena genial, —me alentó la pelirroja-. Aunque sí que ha sido un paso valiente de tu parte. La carrera de sanador es, después de la de Auror, la profesión más demandante.
A buena hora me enteraba de ello.
¿Lily, no habrás visto a Marlene por algún sitio?, creo que ella podría ayudarme con esto…
Marlene ha estado más ocupada que nunca últimamente, —declaró Lily-. Entre sus pendientes como prefecta, y su preparación en los TIMOs, también ha accedido a dar asesoría a Christy Abott.
De pronto me había dado cuenta de cuanto me había alejado de Marlene. Me embargó una ola de culpabilidad. Me hice la nota mental de apartar todo el domingo para invitarla a Hogsmeade.
¡Oye!, —exclamó Lily—, ¿Por qué no te unes al club de pociones y calderos con Slughorn? Hay unos cuantos chicos de séptimo que también se preparan para ser sanadores. Slughorn les asesora sobre cómo preparar toda clase de pócimas curativas. ¿No es así, Sev?.
El narigudo no puso mucha atención, precisó la vista al pasillo dónde se veía venir aquél trio infame, integrado por Caradoc, Mulciber y Avery. Por su expresión adiviné que aquello le sabía peor que una patada en la cara.
Miren a quién tenemos aquí, —canturreó Mulciber, caminando de prisa hacia nosotros. Mi corazón se había acelerado de miedo. Se recreó en mi cabeza aquella horrida escena que me había hecho pasar ese grupo de estúpidos. Ahora eran más adultos, mucho más siniestros-. Severus ¿Qué te he dicho sobre acompañarte de escoria?.
Había notado algo. Caradoc ya no parecía ser el líder de la pandilla, ese papel era el de Mulciber que caminaba más orgulloso y erguido. Caradoc estaba más bien distante, desbaratado y ojeroso, ni se molestó en acercarse demasiado o emitir palabra alguna.
¿Dos jodidas sucias, Severus? —Subrayó Avery desaprobatorio y despectivo. Hablaba como si Lily y yo no estuviéramos presentes.
Deberías reevaluar tu compañía si pretendes… —mulciber arrastró la vista hacia las dos y luego se volvió de nuevo a Severus—… pertenecer a nuestra élite.
Snape se volvió hacia los libros. Los cerró con decisión y se incorporó de la mesa.
¡Sev! —exclamó Lily dolida. El muchacho de cabellera negra quería decir algo, sus ojos me sabían a una disculpa, pero la presencia de los Slytherin le orillaba a no ceder ni siquiera la vista a la pelirroja. Se fue sin más de la biblioteca.
El trío de chicos no parecía interesado en nosotras, nos pasaron de largo sin más y siguieron hacia el pasillo por dónde Snape se había metido.
Me sentía sumamente incómoda. No por ellos, ni por Severus… si no por Lily cuyos expresivos ojos, ahora empapados, no podían ocultar su dolor.
No sé cómo le sigues hablando, —le dije disgustada—. Tu no te mereces esto.
Va…vamos —tartamudeó-, vamos a estudiar, —propuso, queriendo zanjar el tema sin más dramas.
Y este es el final. La historia cada vez se pone más interesante.

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2249. travieso5,

ya me lo leí todo, gracias bro por pasármelo. está... bueno, supongo. al menos me cierra algunas dudas

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2250. el-dios-cinderace ,

está bien interesante crak y aun ke a muchos no les gusten los fix este está siento yo muy apegado al canon y quiero poner un tema a debate de el último párrafo no sienten qe snape escojió su destino desde qe se hiso amigo de esos sliterins tan nefastos? yo siento qe en ese momento de la historia,lili y snape se amavan y era correspondido pero lo qe hiso perder a lili fue esa nefasta amistad y como qe veo qe el lo hasía nada mas por encajar y para ke en sliterin no le dijeran nada pero perdió lo mucho por tan poco

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